Viernes por la noche, ya pasadas las 21 hs, empezamos a aparecer por el local. Algunos veníamos del laburo. Otros, habíamos estado dando el apoyo escolar para los pibes del barrio.
Mientras de algunas mochilas salían remeras destruidas, otras manos resucitaban baldes con cal y botellas cortadas con ferrite endurecido.
Para varios compañeros, esta era su primera pintada. Infaltable mística, la elección de las consignas pasó por todas las variantes posibles antes de ser definida.
Cuánta verdad hay en eso de que la alegría es peronista.
La de siempre: escasean los pinceles. Tripa y corazón, los valientes metemos la mano en el tacho y pintamos con la primer esponja que conseguimos en una estación de servicio.
La satisfacción de la pintada terminada bien vale las manos rasposas todo el fin de semana.
Cosas que pasan: en una de las esquinas nos encontramos con una banda de pibes tomando una birra. No me pregunten cómo pero terminamos todos cantando, ellos con el firme compromiso de defendernos la pintada de otras bandas del barrio.
Sin embargo, algo hizo distinta esta noche de pintadas.
Un amigo, de esos que no son compañeros pero son de fierro, pasó el dato: en una de las esquinas del barrio bajaron una pared de ladrillos y atrás, atrás de años de ladrillos, apareció una pintada, también hecha con cal, como la que habíamos hecho recién. “Cámpora Presidente, Perón al Poder”.
Ya en la esquina, nos embargó el silencio.
Hace 37 años, nuestros compañeros hicieron esa pintada. Con la misma alegría y la misma convicción que nosotros hoy.
Hace 37 años la Juventud Maravillosa se jugaba la vida para construir el país que estamos construyendo hoy, con Néstor y Cristina.
Ellos fueron la Juventud Maravillosa que trajo de vuelta Perón. Nosotros somos la Juventud del Bicentenario que volvió a darle todo a la política.
Hagámonos cargo. Se lo debemos a los compañeros. Heredamos esa lucha y no negociamos una coma: queremos la Patria Liberada.
Mientras de algunas mochilas salían remeras destruidas, otras manos resucitaban baldes con cal y botellas cortadas con ferrite endurecido.
Para varios compañeros, esta era su primera pintada. Infaltable mística, la elección de las consignas pasó por todas las variantes posibles antes de ser definida.
Cuánta verdad hay en eso de que la alegría es peronista.
La de siempre: escasean los pinceles. Tripa y corazón, los valientes metemos la mano en el tacho y pintamos con la primer esponja que conseguimos en una estación de servicio.
La satisfacción de la pintada terminada bien vale las manos rasposas todo el fin de semana.
Cosas que pasan: en una de las esquinas nos encontramos con una banda de pibes tomando una birra. No me pregunten cómo pero terminamos todos cantando, ellos con el firme compromiso de defendernos la pintada de otras bandas del barrio.
Sin embargo, algo hizo distinta esta noche de pintadas.
Un amigo, de esos que no son compañeros pero son de fierro, pasó el dato: en una de las esquinas del barrio bajaron una pared de ladrillos y atrás, atrás de años de ladrillos, apareció una pintada, también hecha con cal, como la que habíamos hecho recién. “Cámpora Presidente, Perón al Poder”.
Ya en la esquina, nos embargó el silencio.
Hace 37 años, nuestros compañeros hicieron esa pintada. Con la misma alegría y la misma convicción que nosotros hoy.
Hace 37 años la Juventud Maravillosa se jugaba la vida para construir el país que estamos construyendo hoy, con Néstor y Cristina.
Ellos fueron la Juventud Maravillosa que trajo de vuelta Perón. Nosotros somos la Juventud del Bicentenario que volvió a darle todo a la política.
Hagámonos cargo. Se lo debemos a los compañeros. Heredamos esa lucha y no negociamos una coma: queremos la Patria Liberada.
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